Los primeros datos certeros conocidos, relativos a zonas de hábitat en el valle que ocupa actualmente el término de Aguaviva, se remontan a la Edad de los Metales, concretamente a la fase del Bronce Medio-Pleno (1600-900 a.C.). La evolución de los diferentes asentamientos, sucediéndose los períodos históricos de la romanización y la llegada musulmana a la península, terminarían con el surgimiento en esta última etapa de un núcleo poblacional en el margen derecho del río Guadalope -conocido como Vecindell- que podría considerarse el primer antecedente del actual municipio de Aguaviva.

A partir del siglo XII d.C., el término que actualmente ocupa Aguaviva y los restantes territorios del valle -Mas de las Matas, La Ginebrosa etc.-, se vieron inmersos en un conjunto territorial que fue conocido con el nombre de Kamaron. Pero, con la evolución de la reconquista peninsular, La Ginebrosa comenzaría a alzarse con el dominio demográfico de la zona, en detrimento de Kamaron, suponiendo ello la adquisición de lugares como Vecindell.

Tras la finalización de la reconquista, la ayuda que brindó la Orden de Calatrava para defender el Bajo Aragón frente a los musulmanes supuso la aparición de la Encomienda de Camarón, un tipo de relación social y económica en la cual se vio inmerso el actual término municipal de Aguaviva. Por su parte, la llegada de otras ordenes militares como la Orden del Temple o más tarde la Orden del Hospital, supusieron la evolución del sistema administrativo de la zona para implantar su sede en Castellote. En relación con ello, la existencia en Aguaviva de cinco caballeros templarios que procedían de Castellote -información ésta detallada en un documento fechado en 1319-, supone la mención más antigua consultada del término Aguaviva con el mismo nombre con el que se le conoce setecientos años después.

Años más tarde, el traspaso de bienes de la Orden del Temple a la Orden de San Juan, decretado por el Papa Juan XXII en 1319, tuvo como consecuencia en 1366 el mandato de construir la primera iglesia documentada en Aguaviva, reconociéndose en ella Aguaviva como “lugar”. A partir de este momento, se puede hablar de la independencia eclesiástica de Aguaviva respecto de La Ginebrosa. Añadido a ello, administrativamente, Aguaviva tuvo un punto de inflexión en el año 1611 cuando se separó -junto con Mas de las Matas- de La Ginebrosa. El tratado de capitulación, transacción y concordia, por el cual se definieron los territorios y donaciones que pertenecían a cada término, se firmó en el año 1614 en Aguaviva. De esta forma, quedaba desvinculada del municipio de La Ginebrosa, comenzando su andadura en la historia como villa independiente.

Por otro lado, la sublevación de Cataluña de 1640, supuso que la zona que actualmente ocupa el término de Aguaviva se convirtiese en un lugar de paso de tropas y suministro de provisiones. Por su parte, el comienzo de la Guerra de Sucesión en 1701 y el consecuente apoyo del municipio de Aguaviva al monarca Felipe V, conllevó la concesión a dicho término del título de “fiel” así como la posibilidad de utilizar el timbre de la Flor de Lis en su escudo de armas, de tener un día de mercado al mes y la relevación de quintos y alojamientos.

Con la llegada de la nueva dinastía borbónica en el siglo XVIII, se implantó una nueva forma de organización política, judicial y administrativa en el Bajo Aragón conocida como corregimientos, perteneciendo Aguaviva al Corregimiento de Alcañiz. La complejidad administrativa de los mismos, dio lugar a diferentes procesos judiciales, destacando en el año 1732 la declaración que realiza la villa de Aguaviva sobre el derecho de propuesta del oficio de Alcalde -hasta el momento nombrados por los comendadores-. También son reseñables los procesos generados por los derechos de riego y azudes destacando en 1739 el comienzo de un pleito entre Mas de las Matas y Aguaviva por el aprovechamiento del agua del río Guadalope. Añadido a ello, la obligación existente en este momento de que Aguaviva tuviese que moler en el molino de Camarón, generaría en 1756 la construcción en dicho municipio de su propio molino, situado en el Barranco del Herrero. Tres años antes, en un cartulario de beneficios que se le otorgaban a la iglesia de San Lorenzo de Aguaviva, aparece el primer sello de la localidad que hemos constatado.

El comienzo de la nueva centuria, llevó aparejado el inicio de la Guerra de la Independencia, y tras ello, la llegada del carlismo al Bajo Aragón. El consiguiente dominio carlista de la zona tuvo como consecuencia el surgimiento de numerosos enfrentamientos, de entre los cuales cabe destacar la batalla de Aguaviva, que se llevó a cabo en 1839 en el término municipal del mismo nombre y que dio la victoria a las tropas gubernamentales. Además, durante este período de predominio carlista, Aguaviva se constituyó como Ayuntamiento, concretamente en el año 1834.

Previamente a la llegada de la República, fruto del periodo de ebullición política existente, afloraron números colectivos republicanos en el Bajo Aragón de entre los cuales cabe destacar el Centro Republicano de Aguaviva. El surgimiento de la República en 1931 trajo consigo la aparición de una serie de comicios electorales en Aguaviva, en los cuales se vieron reflejados los diferentes pareceres de sus habitantes. Sin embargo, el estallido de la guerra en 1936 truncó este proceso. Al quedar establecido el mapa de la contienda, Aguaviva permaneció situada en el frente de la zona republicana, teniendo por ello un papel relevante durante el conflicto al ser un lugar de paso entre las posiciones republicanas y las golpistas. Durante la guerra, destacó la creación de la colectividad de Aguaviva, que si bien no perduró mucho en el tiempo, supuso una experiencia novedosa. Por otra parte, la fecha del 13 de marzo de 1938 quedaría en el recuerdo por ser el día en el que Aguaviva sufrió un bombardeo por parte de la aviación italiana. La guerra terminaría con la consabida derrota del bando republicano, sumiendo al pueblo en un periodo de dictadura que se alargaría casi cuatro décadas.

Fuente: Aguaviva, un recorrido por su historia (Jorge Averturo, Claudia Calvo y Lorenzo Doz. Ayuntamiento de Aguaviva, 2019)